miércoles, 7 de abril de 2010

Bits

"Todo lo que está en el aire pasará por tierra
Y todo lo que está en la tierra pasará por el aire"
            Nicholas Negroponte, “Ser digital

Como el estruendo del gong a las puertas del templo:
La digitalización del cuerpo,
    La ingeniería genética del ojo azul,
       Nuestro pájaro virtual rediseñado
          en la jungla de pelos electrónicos.
El aire se hizo denso.
El postulante no aguantó los electrodos:
"¿Y qué será de los magos?"

El mago espera
El mago llora              Ha sido un loco.
Y cuando habla tocan sus yemas el corazón
del mundo y cada flor
 lo saluda.
Nada lleva
             Nada sabe
Y el universo en él se recoge
Como una liebre que al saltar no avanza
 -detractora del movimiento-
Despliega desde su celda las galaxias.

Mago, corazón mío:
No solicitan nuestra utopía
-ninguna empresa, ningún partido-
Nadie apoyará nuestra pequeña arcadia.
Oh, joven mago,
 antiguo como las estrellas,
No pedirán jamás tu consejo
 aunque tú seas el único sabio.
Sólo aquella Diosa,
Señora de todas las colmenas
 filtra la miel de tus lágrimas,
Mi dulce rey,
 Inmenso roble desterrado.

Entretanto, mordiditas
Comprimidas y pequeñas
Constelan el informativo maremagno.

Ay, jóvenes,
 Futuros administradores de la genética
O su equivalente en aquella utopía virtual:
Las encarnaciones de la magia,
la poesía
el canto
 los silencios
Agradeceremos aquella bomba viral
Que nos libere a todos espacio en el disco duro
Y después olvídennos para siempre.

martes, 16 de marzo de 2010

Concepción


Catedral de Concepción, destruida en 1939 por un terremoto,
Concepción toca el piano con mi amada Érika.

Concepción
                                          dedicado a mi madrina

Toda la concepción que teníamos nos fue rota:
Se le derramó la sangre y tras ella las categorías
Perdió los nombres, le quedaron las sonrisas
Perdió el habla, el manejo de los símbolos
Concepción es su nombre, Concepción madrina
Y no podía contar del uno al ocho, los nombres de sus hijas.
Del Gran Nombre se desprenden los nombres
Y al final llegamos a conceptos y después a analogías 1
Y de la raíz al tallo y de la flor al fruto,
Concebimos alma y cuerpo y árboles y genealogías 2
Concepción mi madrina es mujer santa, blanca catedral
Que quedó sin techo tras el terremoto
8.8 en una escala de 12 destruyó una ciudad 3
Concepción en Chile, postrada en hospital.
Mal parece el morir fuera de casa tras terapia intensiva
Sometido a cables, a oxígeno, todo un organismo
Que no puede decir los nombres de los más queridos.
Concepción amada, dueña del imperio de toda una familia
Se arrulla con cantos que fueron de niños:
“Duerme ya, Duerme ya, te veré mañana”
¡Concepción inmaculada, ayúdame a concebir una idea clara!

Referencias bibliográficas
1.      “La Palabra es alianza de Dios con el Hombre, es condena al pecado de desobediencia, promesa de reivindicación, transmisión de la verdad, suceso específico que tiene lugar en un momento de la historia, encarnación misma de Yaveh, definición del destino humano, creación y ordenación del caos inicial. Es también la expresión de las primeras categorizaciones de las que tenemos noticia escrita en el Antiguo Testamento” (Romero Morett, 2006: 212)
2.      Lamarck concibió la representación gráfica del árbol filogénetico de los seres vivos –gran aportación suya a la taxonomía-, producto de múltiples operaciones analógicas de pensamiento, que le llevaron a crear las categorías de los seres vivos. Esta representación que aludía al movimiento transgeneracional al que se sometían las especies tras la herencia de los caracteres adquiridos, encerraba una herejía para sus coetáneos: echaba por la borda la noción bíblica de inmutabilidad e invariabilidad en las especies, que ni siquiera Linneo osó cuestionar.

3.      En la escala de Richter, 12 es el grado máximo de destrucción, equivalente a que la corteza terrestre se resquebrajase desde el centro mismo de la Tierra. El terremoto que sucedió el pasado 27 de febrero en Chile tuvo su epicentro a 90 kilómetros de la ciudad de Concepción, la más afectada de todas las comunas chilenas. 8.8 fue la magnitud del sismo, el peor desde aquel que desató la tsunami de 2004. 

ROMERO MORETT (2006), Desarrollo de habilidades filosóficas. Guadalajara: Universidad de Guadalajara.

martes, 26 de enero de 2010

San Kevin y el mirlo

por Seamus Heaney

De rodillas, los brazos en cruz, el santo
     Está dentro de su celda, pero la celda es tan angosta,
   
     Que una palma volteada sale por la ventana,
     Rígida como una viga transversal, cuando un mirlo
     Llega a posarse: pone sus huevos y se dispone a anidar.
   
     Kevin siente los tibios huevos, el pequeño pecho,
     La cabeza y garras acurrucadas, se sabe parte
     De la gran cadena de la vida eterna,
   
     Y eso lo mueve a piedad: ahora habrá de mantener la mano
     Como una rama a merced del sol y de la lluvia semanas enteras,
     Hasta que los polluelos rompan el cascarón, echen plumas y vuelen.
   
      *

    Y ya que todo esto es algo imaginado,
     Imagina que eres Kevin. ¿Cómo estará?
     ¿En olvido de sí o en agonía todo el tiempo,
   
     Desde el cuello hasta los adoloridos antebrazos?
     ¿Se le habrán dormido los dedos? ¿Sentirá aún las rodillas?
     ¿O acaso la mirada en blanco del subsuelo
   
     Habrá trepado a través suyo? ¿Existirá la distancia en su cabeza?
     Solo y reflejado claramente en el río profundo del amor,
     "Trabajar, sin pretender ninguna recompensa", reza,
   
     Una oración elevada por su cuerpo enteramente,
     Pues él ha olvidado el ser, ha olvidado al ave
     Y, en la ribera, el nombre del río ha olvidado. 

Traducción de Pura López Colomé©De The Spirit Level, Faber & Faber, 1996.

Seamus Heaney, integridad en la verdad poética




Nacido en el condado de Derry, Irlanda del Norte, en el seno de una familia católica y campesina, Seamus Heaney (1939) hubo de experimentar a lo largo de su vida –sobre todo en su juventud- muchas recriminaciones por parte de sus amigos, por no tomar partido cuando la ola de violencia y terrorismo azotó a ese país, especialmente tras el famoso “Domingo Sangriento”, acaecido en 1972. Ya para entonces, a sus 33 años, Heaney era un poeta ampliamente reconocido en su país, y por otros poetas como Robert Lowell, quien lo consideraba el mejor poeta irlandés desde Yeats. Nunca se consideró a sí mismo británico, y siempre sintió una intensa conexión espiritual con la tradición de la Irlanda autóctona y con su campo natal. Parte de su contradicción interna como creador era su doble filiación: por una parte al suelo tradicional irlandés, por otra a la lengua del conquistador: el inglés. En un país donde los jóvenes recitan en los pubs a sus poetas vivos con una pasión sólo comparable a la que despiertan los ídolos del rock, y cuya poesía anima el sustrato espiritual de la Irlanda profunda, es de comprender que Heaney se encontraría  muchas veces entre el fuego cruzado de aquellos que le recriminaban su no-tomar partido por las causas integristas de una Irlanda unificada y anti-protestante; o ante una continua sospecha de parte de los unionistas por el continuo recalcar de Heaney de su identidad  irlandesa; y de los propios irlandeses el constante cuestionamiento por su rechazo al gaélico como lengua de su escritura.
Reconocido tempranamente como un prodigio de la lengua inglesa (hoy es considerado el poeta vivo más leído en esa lengua), autor de 11 poemarios, innumerables ensayos y dos obras de teatro, así como una versión de Beowulf que le valió el prestigiado premio Whitbread al mejor libro del año por segunda ocasión, fue finalmente galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1995. Lo que sorprende es que en un lugar tan agitado políticamente como lo es Irlanda del Norte, Seamus Heaney pudo mantenerse al margen de todo proselitismo ideológico que pudiera contaminar de política su verdad poética, y que pudiera ser usada su obra para los usos y costumbres de una u otra de las facciones combatientes. No que fuera ajeno al dolor de su gente -todo lo contrario-, sino manteniéndose fiel a la Musa, a la verdad del bardo que puede nombrar el alma de una tierra y de los seres que la pueblan: al Dios en las pequeñas cosas, en los oficios, en el lenguaje de las ondas en el agua y de los árboles. Y una lucha constante, espiritual, por no ceder a la tentación del poder político, de proclamarse el adalid de Irlanda, salvador de la patria o abanderado en pié de lucha, como puede percibirse en su poema Piedra de Delphi:
“Que me lleven a la capilla de madrugada/ cuando el mar esparza rumbo al sur sus lejanas cosechas del sol, / y yo realice la ofrenda matutina una vez más: / que me salve del miasma de la sangre derramada, / que controle la lengua, tema a hybris, tema al dios / hasta que se exprese sin trabas por mi boca.” 1
            En eso asemeja a Sócrates la profunda convicción de lo que el filósofo llama su demonio familiar, al no ceder en contra de los dictámenes de lo que su Dios le guía. No es que no fuera un intelectual comprometido ideológicamente con una causa, sino que el compromiso que asumió fue con lo que él llamó “certidumbre en la poesía”: el poema debería ser “no sólo placenteramente certero, sino apremiantemente sabio; no sólo una sorprendente variación de la música del mundo, sino una nueva afinación del mundo mismo”.  En su discurso de aceptación del Nobel, él mencionaría la necesidad de una poesía que encarnara un orden “fiel al impacto de la realidad externa y sensible a las leyes interiores del ser del poeta”2. Sócrates hace de su sentencia final un acto tan cargado de símbolos y tan lleno de justicia que habría de avergonzar a todos los que lo condenaron. No traicionó sus leyes interiores, y logró que la historia condenara continuamente a esos jueces abyectos. Finalmente él se volviera inmortal entre los hombres, en la cultura. Heaney, un creador, ve en la obra de arte la manera de hacer rebosar el potencial constructivo de la humanidad, como una manera de facilitar las caídas de las cortinas de hierro y sustituirlas por instituciones que puedan ser como una “red en una cancha de tenis, una demarcación que permita… un encuentro y una contienda, capaz de prefigurar un futuro en el cual la vitalidad que fluía en un principio de aquellas tonificantes palabras, el ‘enemigo’ y ‘los aliados’, pueda finalmente derivar de un vocabulario menos binario y que, en general, implique menos ataduras”3. Un fondo que lo da la forma, donde lo importante es no ser cooptado por esa sangre derramada clamando venganza, pero tampoco tibio, desleal a la certidumbre poética que da la muerte de cualquier vecino, en el marco de un tiempo escandalizado por el terrorismo y la irracionalidad. Ya terminó la guerra en Irlanda, el poeta sigue vivo. Sus poemas perduran, prístinos, certeros como cuando dialogó con sus muertos en ese maravilloso poemario del vía-crucis por encontrar la verdad interior de la Voz, que es “Isla de las estaciones”. Victoria final: Irlanda y la lengua inglesa ganaron con Heaney. Y nosotros, sus lectores. 


Referencias
Heaney, Seamus.

1.
Isla de las Estaciones”, Seamus Heaney; traducción de Pura López Colomé. Coedición: Amigos de Editorial Calamus, CONACULTA, INBA, 2006.
ISBN 968-9045-14-8
Del poema “Vida de Estante”, parte V. Piedra de Delphi pp. 37

2.
“Al buen entendedor”, Ensayos escogidos/ Seamus Heaney; selec. y trad. de Pura López Colomé. México: FCE, 2006. (Colec. Lengua y Estudios Literarios)
Título original: Finders Keepers Selected prose. 1971 – 2001.
ISBN 968-16-7713-7
Ensayo “Certidumbre en la Poesía”
Discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura 1995.
Pags. 258 – 259

3.
Ibid